sábado, 16 de agosto de 2008

Amor sin barreras



Claudia, flamante Ingeniera Industrial, recién egresada del Tecnológico de Monterrey, le brillaba un futuro de éxito al lado de su padre que le tenía reservado el puesto de Gerente de Ingeniería del Producto en su fábrica de implementos eléctricos, puesto clave para poner en práctica los conocimientos apenas adquiridos en el estudio de la carrera.

Claudia tomó muy en serio su papel y al poco tiempo desarrolló varios proyectos de nuevos productos que desde su perspectiva ahorraría grandes cantidades en su producción, amén de abatir costos de mercado, razón por la que tenía juntas frecuentes con su padre, Director General y dueño de la empresa. Allí fue donde conoció a Norma, secretaria Ejecutiva y asistente de la Dirección, una niña muy inteligente y proactiva, fue el trato amable y la gran disposición de Norma lo que atrajo la simpatía de Claudia, a Norma le conquistó el carisma de líder y el empuje de Claudia.

Poco a poco fue creciendo entre ambas chicas primero amistad y luego algo más……………

Para Claudia no era novedad conquistar a una chica pues durante sus años escolares había tenido un par de conquistas, aunque estas habían sido solo superficiales, con Norma era distinto, pues la veía con los ojos del corazón y estaba dispuesta a entregarse por completo.

Para Norma era su primera experiencia ser conquistada por una mujer, ella había tenido novios pero con ninguno sintió nada semejante a lo que sentía por Claudia.

Un buen día, dado su carácter impulsivo Claudia, tomó por el talle a Norma, la miró intensamente a los ojos, luego cerrando los ojos le dio el más apasionado de los besos, desfogando con delicadeza los anhelos contenidos por algún tiempo y diciendo un “te amo”, lleno de ternura, Norma , estremecida y temblorosa le contesto en voz baja apenas audible, ---“yo también te amo”---, no se como ni porque pero te amo.

A partir de ese momento ambas buscaban oportunidades para estar juntas y solas donde pudiesen demostrarse el gran amor y la pasión que sentían una por la otra.

Y como dice el dicho ”tanto va el cántaro al pozo hasta que se queda en él”….el día menos pensado el padre de Claudia las descubrió muy acarameladas en su propia oficina…..

El señor Director, dueño de la empresa y padre de Claudia no podía concebir que su hija y su secretaria estuvieran viviendo tórrido romance, era imposible, sentía que la sangre se le agolpaba en la frente y nublaba sus pensamientos reaccionando muy enojado y conteniendo una explosión de ira le dijo a Norma, --- señorita, inmediatamente pase usted a la caja por su liquidación, ¡¡queda usted despedida!!----- por la cara de Norma pasaban mil colores reflejo de lo que en ese momento sentía, vergüenza, sorpresa, impotencia y sin decir nada, con la cabeza baja se dirigió a la puerta de salida de la oficina. Luego el Ingeniero enfrentando a su hija le dijo ---- y tu Claudia…frase que no terminó porque Claudia le interrumpió diciendo…..---- y yo padre te digo que Norma no tiene culpa alguna en lo nuestro, aquí la única responsable de esta situación soy yo---- a lo que el Ingeniero le dijo…. ---- aun así Claudia yo no puedo consentir una relación de este tipo en mi empresa, que dirán mis empleados, que dirán los demás industriales, que dirán mis amigos……por lo tanto ¡¡Norma se va!!---- Claudia al ver la inflexibilidad de su padre le dijo --- pues si Norma se va me voy yo también--- el Ingeniero altamente molesto y en el límite de sus casillas le espetó ---- ¡¡pues vete!!, aquí nadie me va a enseñar como manejar mi fábrica, además nadie es indispensable, pasa tu también a la caja por tu liquidación y ¡¡no vuelvan más por aquí!!.

Al salir de la oficina Norma le dice a Claudia ---- no tenias porque perder tu trabajo ni el lugar junto a tu padre---- Claudia replicó ---- Norma, yo te amo y el amor es sacrificio, es entrega sin condiciones, esta es solo una oportunidad de demostrarte mi amor sin barreras y crecer juntas.

Actualmente Claudia y Norma viven juntas y trabajan en una mini empresa producto de la creatividad y entusiasmo de Claudia, el apoyo y dedicación de Norma y el amor sin barreras de ambas.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Una familia diferente


Corría el año de 1968, Facultad de Ingeniería de la UNAM, muchos estudiantes suramericanos, desde la primer clase se me acercó Héctor, un colombiano, yo lo veía “raro” en su lenguaje corporal y un poco modosito en el hablar, muy platicador, sin inhibiciones y con lenguaje muy correcto sin majaderías, parecía buena onda y muy simpático así que pronto nos hicimos amigos.

Un día después de mas de seis meses me dijo--- Sabes tu me has tratado bien y con respeto, nunca me has ofendido ni me dices las sandeces que me dicen los compañeros del salón por lo tanto y por la confianza que te tengo quiero confesarte algo---

…Dime Héctor de que se trata--- dije yo, ----bueno me da un poco de pena por lo que puedas pensar----me aseguró, ---- no te preocupes, para eso son los amigos, o no?--- dije tratando de darle confianza.

---La verdad es que yo soy gay y me gustan los hombres---- Debió haber visto que arquee las cejas porque de inmediato agregó--- pero no te asustes tu no eres mi tipo, tu eres solo un buen amigo y por eso te lo cuento. De hecho también te cuento que ando con Mario, el chiapaneco, ya hemos salido alguna veces juntos y nos entendimos de maravilla.

En los meses siguientes Héctor se alejó un poco, lo que yo me explicaba como producto de la relación entre él y Mario.

Al casi finalizar el año escolar, un día me dice Héctor, sabes amigo voy a abandonar la Facultad, le pregunté ----¿porqué si llevas buenas calificaciones?---- me confesó, es que voy a vivir con Mario de tiempo completo para atenderlo como el se merece--- pero que van a decir tus padres?, le espeté, ----ellos no dirán nada porque no sabrán nada, solo seguirán enviándome dinero cada mes como hasta ahora.

Efectivamente ese mismo mes Héctor desapareció de la Facultad, lo mismo que Mario.

A la vuelta de siete años encontré a los dos en la Central de Autobuses, los salude y me detuve unos momentos a platicar con ellos, Héctor cargaba un niño como de cuatro años, y como siempre de la pareja él era la voz cantante, me dijo---- mira te presento a Carlitos nuestro hijo, una mujer soltera lo iba a abandonar y nos lo regaló, ahora si “somos una familia”.

Enhorabuena por Carlitos que ahora cuenta con una “familia diferente”.

lunes, 11 de agosto de 2008

El Vale


En un pueblito de la sierra Norte, Valentín Valdés, un muchacho muy travieso solía columpiarse de unas cuerdas amarradas a los barandales de la torre de su pequeña iglesia, jugaba con sus amigos de palomilla a los encantados caminando por las cornisas exteriores del campanario, con tanta suerte que nunca sufrieron algún accidente que dada la altura de la torre hubiera sido de consecuencias fatales.

Sin embargo el destino le tenía preparado algo especial al Vale…como era conocido en todo el pueblo. En una de las fiestas del Santo Patrono, los feligreses paseaban en andas al Santito y el Vale y su pandilla se treparon a una barda vieja para ver pasar la procesión y de repente la barda se vino abajo, algunos muchachos se levantaron por su propio pie, no así el Vale que yacía boca abajo, todo ensangrentado y con la cara encima de una filosa roca que le dejó un hueco en la frente, ya todo el mundo lo daba por muerto, algunos hombres lo levantaron y lo llevaron para su casa-----Doña Refugio ay le traemos al Vale que se descalabró!-----Virgen Santa, Diosito me lo castigó por lo malora que me salió este chamaco……decía su madre del Vale bañada en un mar de llanto, esa misma noche el Vale era atendido por el curandero del pueblo vecino, colocándole hierbas apestosas en la herida y murmullando no se cuantos rezos, así tardo inconsciente tres días, hasta que al cuarto abrió los ojos pidiendo una reata para amarrar al ángel que rondaba sobre su cama………

Se dice que desde ese día platica con los ángeles……También se dice que saca los diablos de la gente…….La verdad es que el Vale es el nuevo curandero.

Nobleza Animal

Era tarde, casi anochecía y el camino era largo, además con la lluvia pertinaz de septiembre, seguro sería una travesía cansada, pero acompañado de mis mejores amigos, mi cuaco tordillo el “Relincho” y mi fiel perro “Solovino”, un pastor alemán, el camino de regreso desde la Hacienda al Pueblo sería menos solitaria.

Ensillé el caballo y partí rumbo al Pueblo, llamando a silbidos a Solovino que con movimientos graciosos de su cola me seguía como siempre donde quiera que yo fuera. Esa noche al pasar frente al panteón mi cuaco se asustó al resbalar en un charco, pegó un relincho y brincó, yo me quede tranquilo al voltear y ver entre sombras que me seguía mi fiel amigo Solovino.

Al llegar al Pueblo y desensillar el caballo me di cuenta que faltaba mi gabán, seguro lo habría dejado en la Hacienda junto a la bomba en el granero y también faltaba Solovino, que yo pensé se habría quedado rezagado en las calles del Pueblo.

Esa noche no apareció mi perro , nunca faltaba a su cena, algo grave debía haberle pasado, en fin investigaría en el Pueblo….Cuando al dirigirme a la Hacienda a la mañana siguiente encontré a Solovino echado sobre el gabán frente al panteón custodiándolo ……en el mismo lugar en el que el gabán cayó del caballo……que noble animal, mira que quedarse bajo la lluvia y sin cenar por cuidar mi gabán, ni el más leal de mis amigos habría hecho lo mismo.

La culpa


A mis 17 años, ya había tenido varios novios a escondidas, pero este chico era el primero de mis pretendientes que tenía carro, asì que yo andaba toda volada por la diversión y la envidia que provocaba en mis amigas, mientras mi hermano no me viera todo iría bien, porque mi hermano era súper celoso.

Un día mi novio, Víctor, me invitó a que fuéramos al Mirador, un lugar al que iban las parejas con carro para ver la ciudad de noche acepté y lo menos que hacíamos era ver la ciudad, con tan mala suerte que nos cayó mi hermano, se puso furibundo y me sacó del carro de Víctor a jalones y amenazó a mi novio con matarlo si lo encontraba cerca de mi otra vez.

A mi me metió a jalones y empujones a su carro y nos fuimos directos a casa, todo el camino me fue regañando, nunca lo había visto tan enojado, tanto que llegando a casa y bajando del coche me planto un par de cachetadas, en ese momento ciega de coraje le grite-----¡Muérete!, ¡Maldito!, ¡Ojalá te mueras!

A la madrugada de esa misma noche, llegaron unos policías a avisarle a mi padre que hubo un accidente automovilístico y encontraron muerto a mi hermano entre los hierros retorcidos de lo que era su carro.

Desde entonces y por más 50 años he llevado la carga de haber maldecido a mi hermano la noche
en que murió.