lunes, 11 de agosto de 2008

El Vale


En un pueblito de la sierra Norte, Valentín Valdés, un muchacho muy travieso solía columpiarse de unas cuerdas amarradas a los barandales de la torre de su pequeña iglesia, jugaba con sus amigos de palomilla a los encantados caminando por las cornisas exteriores del campanario, con tanta suerte que nunca sufrieron algún accidente que dada la altura de la torre hubiera sido de consecuencias fatales.

Sin embargo el destino le tenía preparado algo especial al Vale…como era conocido en todo el pueblo. En una de las fiestas del Santo Patrono, los feligreses paseaban en andas al Santito y el Vale y su pandilla se treparon a una barda vieja para ver pasar la procesión y de repente la barda se vino abajo, algunos muchachos se levantaron por su propio pie, no así el Vale que yacía boca abajo, todo ensangrentado y con la cara encima de una filosa roca que le dejó un hueco en la frente, ya todo el mundo lo daba por muerto, algunos hombres lo levantaron y lo llevaron para su casa-----Doña Refugio ay le traemos al Vale que se descalabró!-----Virgen Santa, Diosito me lo castigó por lo malora que me salió este chamaco……decía su madre del Vale bañada en un mar de llanto, esa misma noche el Vale era atendido por el curandero del pueblo vecino, colocándole hierbas apestosas en la herida y murmullando no se cuantos rezos, así tardo inconsciente tres días, hasta que al cuarto abrió los ojos pidiendo una reata para amarrar al ángel que rondaba sobre su cama………

Se dice que desde ese día platica con los ángeles……También se dice que saca los diablos de la gente…….La verdad es que el Vale es el nuevo curandero.

Nobleza Animal

Era tarde, casi anochecía y el camino era largo, además con la lluvia pertinaz de septiembre, seguro sería una travesía cansada, pero acompañado de mis mejores amigos, mi cuaco tordillo el “Relincho” y mi fiel perro “Solovino”, un pastor alemán, el camino de regreso desde la Hacienda al Pueblo sería menos solitaria.

Ensillé el caballo y partí rumbo al Pueblo, llamando a silbidos a Solovino que con movimientos graciosos de su cola me seguía como siempre donde quiera que yo fuera. Esa noche al pasar frente al panteón mi cuaco se asustó al resbalar en un charco, pegó un relincho y brincó, yo me quede tranquilo al voltear y ver entre sombras que me seguía mi fiel amigo Solovino.

Al llegar al Pueblo y desensillar el caballo me di cuenta que faltaba mi gabán, seguro lo habría dejado en la Hacienda junto a la bomba en el granero y también faltaba Solovino, que yo pensé se habría quedado rezagado en las calles del Pueblo.

Esa noche no apareció mi perro , nunca faltaba a su cena, algo grave debía haberle pasado, en fin investigaría en el Pueblo….Cuando al dirigirme a la Hacienda a la mañana siguiente encontré a Solovino echado sobre el gabán frente al panteón custodiándolo ……en el mismo lugar en el que el gabán cayó del caballo……que noble animal, mira que quedarse bajo la lluvia y sin cenar por cuidar mi gabán, ni el más leal de mis amigos habría hecho lo mismo.

La culpa


A mis 17 años, ya había tenido varios novios a escondidas, pero este chico era el primero de mis pretendientes que tenía carro, asì que yo andaba toda volada por la diversión y la envidia que provocaba en mis amigas, mientras mi hermano no me viera todo iría bien, porque mi hermano era súper celoso.

Un día mi novio, Víctor, me invitó a que fuéramos al Mirador, un lugar al que iban las parejas con carro para ver la ciudad de noche acepté y lo menos que hacíamos era ver la ciudad, con tan mala suerte que nos cayó mi hermano, se puso furibundo y me sacó del carro de Víctor a jalones y amenazó a mi novio con matarlo si lo encontraba cerca de mi otra vez.

A mi me metió a jalones y empujones a su carro y nos fuimos directos a casa, todo el camino me fue regañando, nunca lo había visto tan enojado, tanto que llegando a casa y bajando del coche me planto un par de cachetadas, en ese momento ciega de coraje le grite-----¡Muérete!, ¡Maldito!, ¡Ojalá te mueras!

A la madrugada de esa misma noche, llegaron unos policías a avisarle a mi padre que hubo un accidente automovilístico y encontraron muerto a mi hermano entre los hierros retorcidos de lo que era su carro.

Desde entonces y por más 50 años he llevado la carga de haber maldecido a mi hermano la noche
en que murió.