Ensillé el caballo y partí rumbo al Pueblo, llamando a silbidos a Solovino que con movimientos graciosos de su cola me seguía como siempre donde quiera que yo fuera. Esa noche al pasar frente al panteón mi cuaco se asustó al resbalar en un charco, pegó un relincho y brincó, yo me quede tranquilo al voltear y ver entre sombras que me seguía mi fiel amigo Solovino.
Al llegar al Pueblo y desensillar el caballo me di cuenta que faltaba mi gabán, seguro lo habría dejado en la Hacienda junto a la bomba en el granero y también faltaba Solovino, que yo pensé se habría quedado rezagado en las calles del Pueblo.
Esa noche no apareció mi perro , nunca faltaba a su cena, algo grave debía haberle pasado, en fin investigaría en el Pueblo….Cuando al dirigirme a la Hacienda a la mañana siguiente encontré a Solovino echado sobre el gabán frente al panteón custodiándolo ……en el mismo lugar en el que el gabán cayó del caballo……que noble animal, mira que quedarse bajo la lluvia y sin cenar por cuidar mi gabán, ni el más leal de mis amigos habría hecho lo mismo.
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