domingo, 21 de septiembre de 2008
Reflexiones a los 60
Al cumplir los sesenta años y mirar en retrospectiva lo que he vivido hasta hoy, encuentro que con el correr de los años he aprendido el desprendimiento, el no aferrarse a nada y a nadie, ¡síííí!, en realidad yo no poseo las cosas ni las personas, sino que ellas marchan junto a mi, es como si hubiesen coincidido conmigo en el camino y al momento que la vida misma me los aparta no les lloro ni les añoro porque no siento apego por ellas solo les dejo seguir su destino. Las cosas y las personas solo están con uno por períodos de tiempo, largos o cortos y depende de nosotros aprovechar ese tiempo en conocer y aprender de las cosas y las personas. No se puede desprender lo que no está pegado, solo fluye de una persona a otra, de un estado a otro, de una condición a otra condición, de una vida a otra vida. De cualquier forma he recibido más de lo que yo he dado y lo he recibido en la mayoría de las ocasiones sin pedirlo y en demasía.
Encuentro como dice Cabral, “que de la cuna a la tumba es una escuela”, todo lo que nos rodea nos enseña algo, nuevas expresiones, nuevas condiciones, nuevas técnicas, nuevas ideas, estamos inmersos en un mundo cambiante ciento por ciento, además cada vez los cambios son más veloces, tanto que ni siquiera nos enteramos por completo del proceso del cambio, solo atestiguamos los resultados, hoy es verde, mañana amanece gris, pasado es rojo, hasta el mismo clima parece alinearse al juego del cambio, hoy es caluroso, mañana lluvioso al siguiente airoso, etc., por lo que he aprendido a mantener una mente abierta y tolerante. Al mismo tiempo encuentro que el mejor aprendizaje es aprender a encontrar las respuestas dentro de uno mismo.
Encuentro que Dios, en su gran sabiduría me otorgó un cuerpo físico completo y perfecto, de lo cual le doy gracias, dándome libre albedrío para hacer de él y con él lo que se me antoje mientras no caiga en excesos que lo enfermen, estimulando la sensibilidad de mis sentidos, gozando y disfrutando al máximo las sensaciones causadas por los agentes físicos externos, extasiarme con una puesta de sol o soñar observando el firmamento estrellado, suspirar a la vista de los bellos colores de un arcoíris o solazarme con el colorido de las flores; oler el aroma tenue del campo y de la yerba fresca o el agradable olor a tierra mojada, la fina esencia de un manjar exquisito o de pan recién horneado traída por el aire, el perfume embriagador de una linda dama o la mezcla inconfundible de un incienso; escuchar una lejana melodía, el tañir de las campanas, el correr del agua en un riachuelo o el golpear de las gotas de lluvia sobre el suelo y tejados; saborear en mi boca lo dulce de la miel, lo agrio del limón, lo salado o lo amargo; sentir en mi piel el aire fresco en clima caluroso o la caricia afrodisíaca del agua acariciándome al resbalar de la cabeza a los pies, el viento helado soplando en mi rostro en época de invierno y el abrigo confortante de un hogar y una bebida caliente. Maravilloso regalo con el cual disfruto como adulto con gustos de niño. Sagrado recinto, mi cuerpo, que permite elevar mi espíritu con fruición a niveles celestiales.
Encuentro que la vida se desarrolla llena de pensamientos, emociones y percepciones instantáneas y que yo soy el espacio en el que ocurren todas estas cosas, mi ser total es el testigo y el medio por el cual presencio el diario acontecer, el constante ocurrir de los eventos, mi cuerpo y mi espíritu son los receptores/observadores del movimiento de la energía, sucesos que ocurren a consecuencia de una acción previa pues nada sucede al azar, secuencia infinita de hechos actuales, momentáneos, la mayoría fugaces, que no dejan huella ni en la mente ni en el cuerpo, algunos, los menos, que sí nos imprimen experiencias perennes causantes de los recuerdos, acciones y actitudes presentes, encuentro en fin que el tiempo es una apreciación relativa y personal de la suma secuencial de acontecimientos. Por lo que estoy convencido que ni el tiempo me persigue ni yo persigo al tiempo porque al fin y al cabo algún día nos encontraremos.
Encuentro que todo es ritmo y música, que todos los seres vivos estamos rodeados de música desde antes de nacer, desde el vientre materno ya reaccionamos al ritmo de las melodías a la que se expone la madre, en nuestra niñez vamos definiendo la tendencia musical, los gustos por las distintas clases de música que el ser humano ha creado en respuesta a imitar a la naturaleza; música estrepitosa e intensa como ríos y cascadas que enciende pasiones e invita a moverse con furia desencadenada, melodías suaves, sutiles y sublimes como el vuelo del ganso, que tocan las fibras mas finas del alma, fuente de inspiración y meditación; absolutamente todo el ser humano, malos y buenos, ricos o pobres, blancos y negros, están inmersos en la música, esta les acompaña desde la cuna hasta la tumba, idioma universal; estoy convencido que aun los seres extraterrestres tanto como los seres espirituales y habitantes de otras dimensiones, entienden e interpretan a su manera la música. Danza perenne del universo entero al ritmo de la música de la esferas……..
Encuentro que las personas son tal y como son, no lo que parecen ser. Las imágenes creadas son de la mente del observador, deformando lo que en realidad los otros quieren mostrar o lo que en verdad son, sin que ellos mismos caigan en la cuenta de lo que reflejan, si tuviésemos la capacidad de quitarnos la venda personal de nuestro ego de los ojos, si pudiésemos retirar el filtro crítico de nuestras opiniones y versiones, veríamos un mundo diferente, veríamos el aura de las personas, animales y plantas, veríamos la interconexión entre sus campos de energía y las redes de energía universal y al ver el trasfondo entenderíamos el reaccionar de las personas, animales y plantas, comprenderíamos las razones anteriores, posteriores y ulteriores de las actitudes anímicas del ser humano y por ende de la naturaleza. Los mismos quantums de los científicos se comportan de acuerdo a la idiosincrasia del observador yendo de partículas a energía y viceversa.
Hoy comprendo la vida analizando el pasado y vivo intensamente el presente mirando hacia el futuro. Entiendo que nunca acepté andar por los caminos trazados por otros, ni siquiera el camino de mi padre, y solo hice mi propio camino. Nunca acepté ni seguí concejos ni ejemplos y siempre tomé mis propias decisiones, probé primero en mi persona las ideas ajenas y tomé lo que me funcionó y deseché el resto, experimenté por mi mismo los dogmas de fe y como resultado estoy vacio de fe y lleno de convicciones. Por lo que puedo señalar con toda certeza y sin temor a equivocarme que yo no creo, afirmo que existen Dios y el diablo, el alma o espíritu, los espíritus de la Naturaleza, los seres de otros planetas, que hay mas de las tres dimensiones que conocemos y habitamos, que existe la vida mas allá de la muerte, que el alma regresa a encarnarse muchas veces a este mundo de tres dimensiones para continuar su evolución, que existen espíritus superiores que nos vigilan y ayudan y que definitivamente tenían toda la razón los sabios de las grandes culturas del pasado que nos legaron su conocimiento.
Finalmente caigo en la cuenta que no somos más que un punto de energía individualizada en el vasto océano de energía del Universo, un grano de polvo con conciencia de ser, pero cuyos actos y actitudes modifican por principio su entorno personal irradiando como las ondas sobre la superficie del agua, sus cambios a los puntos subyacentes y siendo modificado también por las reacciones de estos últimos, pudiendo atraer o ser atraído por las vibraciones negativas o las positivas, siendo estos movimientos controlables a voluntad siempre y cuando exista la conciencia desarrollada en cada ser, en lugar de ser movidos al azar o al influjo de otras voluntades, una vez siendo consciente y aprendida la lección seremos absorbidos por la fuente de esta maraña de energía, por el principio creador en función del aprendizaje de las siete Leyes fundamentales de la mecánica Universal.
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