domingo, 21 de septiembre de 2008

*Amar sin esperanza*


Erase un hombre que amaba sin esperanza. Se había encerrado por entero dentro de sí e imaginaba irse consumiendo en la llama de su amor. El mundo desapareció para él. No veía el cielo azul ni el bosque verde, no oía el murmullo del río ni los sones del arpa; todo en rededor suyo se había desvanecido, dejándolo abandonado y miserable. Su amor creció, sin embargo, de tal suerte que prefirió consumirse y morir en su hoguera antes que renunciar a la posesión de aquella mujer. Y entonces sintió que su amor devoraba todo lo que en él había distinto, se hacía poderoso e imponía a la amada lejana su imperiosa atracción, haciéndola acudir a su lado. Pero cuando abrió los brazos para recibirla en ellos, la advirtió transformada, y vio y sintió, sobrecogido, que había atraído a si, todo el mundo perdido. Estaba allí, ante él, y se le daba por entero, cielo, bosque y arrollo volvían a él, con nuevos colores, llenos de vida y de luz, le pertenecían y hablaban su lenguaje. Y en lugar de ganar tan solo una mujer, tenía el mundo entero en su corazón y cada una de las estrellas del cielo resplandecía en él e irradiaba placer por toda su alma... Había amado y, a través del amor, se había encontrado a sí mismo. La mayoría ama para perderse

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